El autismo ha sido una condición llena de señalamientos en el transcurso de la historia. Desde niños, en nuestra cultura latinoamericana, ser señalado como autista era motivo de ofensa, agresión y hasta rechazo. Situación que con el pasar del tiempo y los arraigos culturales generará mitos y falsas verdades sobre el autismo.
Una de dichas falsas verdades es considerar el autismo como una enfermedad. Lo primero que debemos decir es que el autismo es un trastorno o condición cognitiva del ser humano que altera el relacionamiento social, las capacidades de comunicación y que genera cambios en los patrones de conducta estereotipados.
No se puede considerar una enfermedad ya que no existe una causa determinada o un agente etiológico, los síntomas pueden ser variables y en muchos casos no existen rasgos notables. Normalmente los trastornos del espectro autista suelen manifestarse en edades tempranas, por lo general antes de los tres años, sin embargo debido a sus síntomas variables y en ocasiones por tener señales casi invisibles, su detección puede llegar a ser tardía o nula.
Precisamente, se conocen de varias ilustres personalidades de la historia, las cuales tuvieron algún síndrome asociado al espectro del trastorno autista y no fueron diagnosticadas o nunca presentaron síntomas aparentes. Por ejemplo, según un estudio de la Universidad de Cambridge Albert Einstein tenía síndrome de Asperger, misma situación padecía Woody Allen, guionista, escritor y dramaturgo, quien fue diagnosticado con el mismo síndrome.
En la actualidad, según la CIE, se reconocen ocho categorías del trastorno generalizado de desarrollo, entre los que se encuentran: el autismo infantil, el autismo atípico, el síndrome de Rett, el trastorno desintegrativo de la infancia, el trastorno hipercinético con retraso mental y movimientos estereotipados, los trastornos generalizados de desarrollo, el síndrome de Asperger y otros trastornos generalizados del desarrollo sin especificación.
A nivel mundial se cree que entre 3 y 6 niños de cada 1.000 llegan a tener esta condición cognitiva, donde tienen más probabilidad los hombres que las mujeres. Como lo mencionamos anteriormente, algunos de sus principales síntomas son deficiencias en la interacción social, mostrando indiferencia, una atención prolongada a un objeto o persona en concreto, aislamiento entre otros. A su vez carecen de empatía y cercanía con las demás personas, los individuos con este trastorno se muestran frías y se les dificulta expresar su estado emocional.
Frente a estos casos lo más importante es contar con un acompañamiento psicológico y educativo apropiado y a tiempo, esto con el objetivo de desarrollar habilidades sociales, emocionales, capacidades de expresión y comunicación. Otro punto fundamental, y esencial, es brindar inclusión y cercanía con estas personas, no rechazarlas y mucho menos agredirlas, el valor de la inclusión social en las personas en condición de discapacidad, no solo aporta a las mejoría de las condiciones de vida de esta población, sino que dignifica.
Finalmente recordar que no existen patrones específicos para este trastorno, aunque dos personas sean diagnosticadas con autismo pueden no sufrir de los mismos síntomas. Evite automedicarse, ya que no existen fármacos específicos para los trastornos del espectro autista, siempre se debe procurar recibir asesoría profesional y psicológica.
Leave a Reply